Oí hablar de sus letras y su música hace un par de años. Un buen amigo boliviano, nos enseñó como sonaban. Pero nunca me detuve en ellas. En cambio, a mi amiga, ya entonces le enamoró este autor.
Pasó el tiempo, y un día, no hace demasiado, me llevarón a un rincón, en silencio en una pequeña ciudad de la gran ciudad, donde algo me cautivó. "El pintor de las mujeres soles". Un lugar diferente, especial desde entonces. Mesas redondas y bajas, con puffs también redondos y de varios colores. En las paredes varios posters de películas de esas extrañas, pero bonitas, diferentes, que excasos son los que las conocen, o que eso creo yo. La barra y sobre su pared un pintor con sus sueños saliendo de su pincel lleno de colores. En una esquina, una estantería de escalones, repleta de libros que uno puede coger, algo caótica. Un caos que me seduce. Y en una de las mesas, la llamamos "mi silla", hay una silla de mimbre, colgada de una viga, que te envuelve y te recoge en el paréntesis de ese instante.
Unas veces tomamos un café bombón, otras un té, rojo, negro o verde e incluso una vez un café bombón doble. Miramos una revista, como el último día. O escribimos en una servilleta nombres, como el primer día. Hablamos de nosotros y de todo.
Los vasos de té son de estilo árabe, la carta, una paleta de pintor, y el señor que nos atiende, siempre con una ligera sonrisa, invita la tranquilidad del lugar. Siempre está él, es amable, rasgos de otras tierras y un habla sueve en armonía con la música que suena de fondo.
La ausencia en mi rutina de este rincón me alarma. Y entonces me apetece ir. Mi silla, nunca ocupada; al lado de la ventana, para ver tras ella la maceta de las flores hecha de tablillas de madera pintadas de diferentes colores.
Y entonces un día me dio por buscar en Internet "Pintor de las mujeres soles". Y lo encontré. Encontre a Silvio Rodríguez. Me sonaba, y entonces supe de qué. Mi amiga ya se había enamorado de sus letras. Y aquella canción, también la encontré. La que le inspiró aquel cuadro que él vio pintar, "las mujeres soles" de José Masiques. De quien hoy he sabido se le rememora con grandes homenajes tras su muerte en 1968.
Así hoy escucho:
" El pintor de las mujeres soles
abandonado en su empecinada claridad.
Hizo su último viaje ya muy solo
sobre el Atlántico
y fue sepultado cuando llegó.
El pintor brilloso como la Luna
con su pelo largo con su barba culta de polvo.
Escupió al cangrejo desde un dibujo
y le puso fecha a su despedida.
Y siguió queriendo aunque no fue amado
ni como ser humano.
Y siguió aprendiendo el camino de la soledad
en todo momento.
Y se fue entre ceras alucinantes
con su pelo largo con su barba culta de polvo.
Descargando gritos sobre las armas
mientras los beatos se persignaban
y el no tuvo iglesias
pero algo de altares al amor
hubo entre sus lienzos.
Y en la fantasía iba platicando su viaje
hacia el universo
El pintor de las enredaderas de luz escribió
sus últimos signos con triste desesperación
Y dejó sus restos a los amigos
y dejó sus restos a los amigos
pidiéndole sólo paredes para sostenerlos
pidiéndole sólo paredes para sostenerlos."
Silvio Rodriguez, 1968