martes, 2 de junio de 2009

El sueño que contenía el cubo rojo


Caminaba por la arena húmeda y firme. Un atardecer que dejaba una brisa suave y acogedora. La playa estaba desierta, y en camino una pleamar que buscaba esconder cada grano de arena. Una danza entre el mar y la tierra como un adagio, lento y majestuoso a los oídos.

Paso a paso la mirada que se perdía con las huellas cada vez más alejadas y borrosas.

Y entre tanta calma despertó un sueño. Ante mis pies un enorme castillo. Y entre aquel cuadro de apagados colores; arena húmeda, mar profundo, noche cayendo, sol escapando a lo lejos… un cubo rojo despertaba los sentidos.


Aquel niño construyendo miles de historias. Un mundo tan real como frágil.


Rompí mi línea recta y salvé el castillo, esbozando una sonrisa de emoción. El castillo y las historias de aquel niño seguirían allí en pie. Pero la sonrisa no perduraría demasiado. Al poco de continuar el paseo, la marea que avanzaba ya cubría mis pies descalzos. Y en aquel segundo concreto volví a detenerme, ¡El castillo!

Me giré, y las historias ya nadaban hacia mar adentro. Aceleré el paso, aquellos pocos que me separaban del sueño que contenía el cubo rojo. El cubo que danzaba en la orilla con intención de seguir sus historias.

Pero estuve a tiempo de rescatarlo, y con él, las ilusiones de aquel niño que construía un castillo de arena.

Yo misma

Mi foto
Un poco loca, diferente, con un toque de color rosa y mil sueños que se me acumulan. Me siento Astur-leonesa. Mi mundo, de naranja y fresa.